Sus lejanas raíces se hunden en la tierra de oriente que une las montañas de los perfumes con el mediterráneo. José Abraham conoció Roque Pérez como mercachifle, vendiendo bombachas de campo en su carro hasta que se afincó con Lía Aure, abrieron una tienda y les florecieron violinistas, guitarreros, pianistas y cantantes.
José Ayub vivía en la zona de Siria y el Líbano, y emigró con 17 años desde Beirut junto a su mujer Lía Auré. Ella tenía 25 años, era artista, tal vez bailarina y dejó hijos de un matrimonio anterior en aquella zona del mediterráneo. Uno de ellos, David Auré luego sería coronel en el ejército de EEUU por los años 40.
Desembarcaron en Buenos Aires quizá en 1904. En la aduana argentina a una fila entera de árabes les pusieron el mismo nombre bíblico. Así José o Juzif Ayub pasó a llamarse José Abraham. Recalaron en el hotel de inmigrantes de Bs As. y José comenzó a comprar ropa y otros artículos y salía a pie por el campo a vender su mercadería. Lo hacía en el conurbano pero también en las estancias y chacras de Roque Pérez y la zona. Ofrecía sábanas y bombachas de campo pero también peines, peinetas y pinturas para las señoras.
Luego compró caballos y un carro y por los años 1910 el matrimonio se radicó en Roque Pérez. Por entonces regresaron a su país y allí en lo que entonces era el imperio otomano, tierra habitada sucesivamente por arameos, fenicios, persas y árabes, concluyeron que su lugar estaba en Roque Pérez. Y no se equivocaron ya que la actividad comercial prosperó al punto de llegar a comprar más de una docena de casas en el pueblo. José tenía su tienda en la esquina de Mitre y Sarmiento (actual Farmacia Argentina) y depósito en la esquina en diagonal.
José era musulmán pero en Roque Pérez continuó asistiendo a la Iglesia católica. Mantuvo su gusto árabe ya que solía cocinar kebbe y baklava.
José y Lía tuvieron seis hijos: Adela, Domingo, Salim, Angel, Halim y Josefa. La infancia de todos ellos transcurrió en Roque Pérez, pero cuando crecieron la mayoría emigró. Halim vivió en Del Carril, también fue tendero y daba cine en la zona. Aquí quedaron Domingo y Salomón que comenzarían la saga musical de la familia.
El violinista de Olimpo
Domingo Abraham, era un joven violinista y dirigía la Orquesta Típica que tocaba en el club Olimpo. Domingo se casó con Rosa Del Barrio y tuvieron dos hijos: Mario, oficial de justicia y Silvia, obstetra y docente.
“Cuando mi papá falleció era juez de paz (entonces era ad honorem) y yo tenía apenas tres años, por eso conozco poco su historia -cuenta Silvia Abraham-. Por gente mayor sé que tocaba con Juan Montero, Fausto Luders, José Bianchi y Stohbaber. Y el cantante era el Negro Aimo. Todos los domingos tocaban en las matinés de Olimpo. Me cuentan que mi padre era muy elegante y usaba un traje blanco para ir a tocar al Club”.
Esta orquesta de los años cuarenta fue integrada también por Pedro Rivolta, Juan Montero, Fausto Luders, Agustín Olasagaste, Eliseo Dalto y Ramón Giglio. Cantaron en distintas épocas el Negro Aimo, Tito Giralde y Chiche Mollo.
Domingo también administraba una vinería y bodega frente a la tienda de su padre en la esquina de Mitre y Sarmiento. Falleció con apenas 32 años en 1950. Desde comienzos de los años 40 dirigía la orquesta típica que recibía calurosos comentarios en los diarios de la época, que hablaban de sus presentaciones en la zona, por ejemplo en Moquehuá y en nuestro pueblo.
Tendero y guitarrero
Salomón “Salín” Abraham fue el tercer hijo de José y Lía. Trabajaba en la tienda de su padre y le gustaba cantar y acompañarse con su guitarra. Solía finalizar las veladas culturales tocando el pericón nacional junto a otros guitarristas como Pedro Rivolta, Serafín Visca y el piano de Angelita Luders.
Salín Abraham era uno de los promotores y animadores del club Unión y fue su presidente en el año 1931. Entonces el club brindaba veladas musicales y también de teatro.
“Un día vino Alí Salem de Baraja – nos contaba la recordada Chacha- y como buen “turco” enseguida se juntó con mi papá. Hicieron una transmisión por radio, por primera vez en Roque Pérez, desde el club Unión a una radio de Buenos Aires. Mi papá tocaba la guitarra y Alí (era un artista muy conocido) recitaba.»
“Mi papá era amigo de Jaime Yankilevich, entonces dueño de radio Belgrano. Ellos organizaron una emisión desde el Club Unión -cuenta hoy Mochina Abraham y completa aquella historia-. Y nosotros en vez de ir al club lo escuchamos en nuestra casa por la radio. Mamá nos puso alrededor de la radio a escuchar a papá cantar. Eso fue por el año 43”.
La pianista Hermosinda
En los años 20 Hermosinda era integrante del coro de la iglesia y cantaba en los eventos que se organizaban para construir el nuevo templo. Era hija del político radical Santiago Urrúnaga que había integrado la comisión pro autonomía de Roque Pérez. Esta familia había sufrido la desgracia de perder a su hijo Ignacio quien discutiendo de política con su amigo Lahargou terminaron matándose mutuamente en el Hotel Espelosín.
Hermosinda fue profesora de piano y con sólo 13 años le tocó ejecutar el himno nacional en los festejos de la autonomía de Roque Pérez en 1913.
“Chacha” Abraham nos contó hace muchos años sobre Hermosinda: «Mamá enseñó piano hasta después de dos años de casada. Alcanzó a recibir a Norma Cornale y a Chichita Echeverría. Había estudiado en Lobos con un profesor italiano muy exigente. Mi mamá se sentaba al piano y tocaba las polonesas de Chopin, Beethoven. Juan Colombo me decía: ¡Cómo tocaba el piano tu madre!»
“Nosotros le decíamos cariñosamente “Chinda”, era una eximia pianista – recuerda a Hermosinda su nieto Mario Alberto Abraham-. Ella me enseño los primeros pasos en la música” dice Mario desde Lima, Perú, donde reside.
La familia de Hermonsinda y Salín
En la esquina de Mitre y Sarmiento existió la casa de Salim y Hermosinda que se convirtió en un hogar musical. Esta familia fue acunando a sus hijos con serenatas y tertulias, con zambitas y estilos de la guitarra de Salín y con polonesas de Chopin ejecutadas por Hermosinda.
En el año 1930 Salín se casó con Hermosinda Doralisa Urrúnaga. Tuvieron cinco hijos: Alberto Jesús (Chacho), María Adelma (Chacha), José Santiago (Chiche), Salín Jorge (Paco) y Hermosinda Lucía (Mochina).
“No decían los Abraham. Todos cantantes, actores, músicos. Muy participativos en todo lo social -cuenta Mochina Abraham, la hija menor de Salín y Hermosinda-.
“Mis hermanos Chacho, Chacha y Chiche fueron músicos y cantantes. Paco siempre fue deportista, se destacaba en el básquet pero su pasión fue la bicicleta” rememora Mochina quien también solía ser corista de Chacho en sus presentaciones en el club Unión.
En el año 2000 recordamos a los músicos de Roque Pérez y Chacha Abraham nos dijo: “Mi familia ha sido una familia de músicos: Mi mamá era profesora de música, mi abuelo venía de una familia española de cantantes líricos, mi papá era guitarrero, Domingo era violinista. En la casa de mi abuelo, Don José Abraham, se juntaban con Bianchi y con Montero. Y ponían los parlantes a la calle. Así que cuando ensayaban, o si pasaban un disco de pasta, toda esa música salía a la calle. Todo artista que pasaba por Roque Pérez, por ejemplo Fernando Ochoa (recitador) y Juan Darienzo, durmieron en la casa de mis abuelos”.
Mario Landó
Chacho Abraham había cursado el secundario como pupilo en el colegio marista de Champagnat, en Luján. Luego entró al Ejército argentino y prestaba servicio en Neuquén. Se casó con Rosita Vázquez y vivían en esa provincia.
“Mi viejo fue el mayor de los hermanos, Alberto Jesús, el famoso Chacho – lo recuerda Mario Alberto Abraham en Lima-. Fue alguien muy avanzado para su época, muy culto, cantante fuera de serie y padre excepcional. Nunca nos hizo faltar el plato de arroz con huevo en las épocas bravas y sobre todo nunca nos hizo faltar cariño. Él trabajaba en su tienda y bazar pero se las arreglaba para viajar a Buenos Aires y cantar profesionalmente”.
“Chacho ya desde adolescente tenía cualidades excepcionales para el canto y el piano cuenta su hermana Mochina– y fue tan fuerte su vocación por el canto que se retiró del ejército, volvió a Buenos Aires y se dedicó a su carrera”.
Su nombre artístico fue Mario Landó, cantaba boleros y repertorio melódico. “Cantaba canciones como Solamente una vez, Querida, María Bonita, Somos, y tantos boleros -recuerda Mochina-. Había un poema de Osvaldo Lahargou que decía “Roque Pérez de mi amor, de mis momentos mejores” Chacho le había puesto música”.
Mario Landó era el cantante de la orquesta de Francisco Marafioti y se presentaban en radio Belgrano. También cantó en radio Carve de Uruguay y solía presentarse acompañado por el pianista Alfredo Chiamarela.
“Su fama fue más intensa en Latinoamérica, sobre todo en Paraguay y Uruguay -cuenta Mochina-. En Argentina, participó en el Show del mediodía con Héctor Coire, un programa familiar en la TV y cantaba en confiterías de Bs As. Estaba dotado de una excelente voz. Parecida a la de Pedro Vargas”.
Mario Landó nació en el 31 y murió a sus 56 años. “Falleció joven y Roque Pérez no lo alcanzó a conocer, una lástima -se lamenta Mochina Abraham-. El quería mucho a su pueblo. Algunos amigos lo recuerdan por su cultura, su don de gente, su sensible personalidad. Yo siempre tengo un recuerdo grande cariñoso y fuerte para mi querido hermano”.
Chiche Abraham
“Chiche se dedicó muchísimo a la música también -recuerda Mochina-. Tocaba la guitarra, el piano y cantaba muy bien“.
Chiche Abraham era el cantor de la Orquesta Típica Dalto que integraban Eliseo Dalto, Fausto Luders, Agustín y Carlos Olasagaste y José Bianchi. La orquesta se inició en 1956 y existió hasta 1960. También fue integrante José Bruno.
Luego Chiche integró el Trío Albanesi-Abraham-Silveyra. Este trio folclórico estaba formado por Pepón Albanesi, Chiche Abraham y Aníbal Silveyra y se presentaron en Olimpo a mitad de los años ’60.
Chacha Abraham
María Adelma, conocida por todos como “Chacha” tocaba el piano y cantaba. “Mi hermano Chacho -recuerda Mochina- llevó a Chacha a Buenos Aires a grabar la canción “Estrellita” de Ponce. Y en los estudios se sorprendieron por su voz aguda, como de soprano”.
Cuando investigamos para la nota “Toda la vida tiene música” en el año 2000, la recordada Chacha nos contó que tenía un tono muy agudo (Si bemol) y una voz muy clara. Chacha cantaba el Ave María.
“Una vez, Chacha, muy jovencita -recuerda Mochina-, ganó un concurso de nuevas voces en un circo que llegó a Roque Pérez. Y el premio era una actuación en Bs As. Pero al final no fue porque su novio Juan era muy celoso”.
“A mi mamá le decían que tenía un jilguero en la garganta! -recuerda Karina Allegreti, hija de Chacha- Lo que pasa es que después se casó y el jilguero quedó en la jaulita. Pero ella se ocupó de que, ya que había piano en casa y en memoria de mi abuela Hermosinda, tanto mi hermana Lía como yo hiciéramos el profesorado de piano. Lía estudió con Angelita Luders y yo con Gladis Yorio. Aunque después nos dedicamos más a la danza porque bailamos en la peña Cardo Azul”.
“Con Chacho y Chacha -cuenta Mochina- participamos de unos eventos culturales hermosos que se hacían en el club Unión. Recuerdo que Chacha tocó el piano y cantó con un vestido de terciopelo que se había hecho ella misma con la tela de un cortinado”.
Karina conserva el piano más que centenario que fuera sucesivamente de Hermosinda y de Chacha Abraham. “En ese piano ha tocado toda la familia, mis tíos, mis primos y hasta mis hijos” dijo Karina.
Mochina Abraham
“Todos los hermanos hicimos la primaria en la escuela 1 -cuenta Mochina-. Recuerdo a las maestras inolvidables como Niní Irazusta, Susana y Ester Zabala, Marta Sierra y otras. La profesora de música Irazusta tan destacada, la recuerdo con mucho cariño. La directora era la señora de Tricio. Ella vivía en la propia escuela y su hija Pety Tricio fue mi profesora de declamación y arte escénico y me llevaba a Buenos Aires a rendir examen. Entonces recitaba en todo acto escolar. Recuerdo la biblioteca siempre impulsada por Ana María Iriart de Rebón, mi mentora, la recuerdo y me emociono. Gracias a ella continué mis estudios. Roque Pérez le debe un gran homenaje a Ana Rebón, impulsadora de la educación y la cultura”.
Mochina fue docente, realizó trabajo social en villas del conurbano y se desempeñó bajo la tutela de Ana Iriart en su gestión educativa en la provincia. Pero muy joven también incursionaba en la música, a veces como corista de su hermano Chacho o en los años 60 integrando los Dany Boys, un grupo formado por Kikí Galán, Cacho Amico, Mochina Abraham, Mario Galán y Federico Tesi. Hacían fonomímica e Imitaban a los Cinco Latinos. “Se llenaba el club -recuerda Mochina-, y todos me decían ¡qué bien cantaste! pero era una imitación que yo hacía de Estela Raval sobre el sonido de la canción!”
Hoy sigue activa con sus ochenta años, estudiando, escribiendo relatos y cantando. Mochina está haciendo un taller de coro de la Universidad de Lanús y también un taller de canto. “Durante doce años canté en el Coro de SUTEBA de Lanús, fue algo hermoso, me gusta mucho cantar” dice Mochina.
Los hijos de Chacho
Chacho y Rosita Vázquez tuvieron siete hijos hoy repartidos por Argentina y el mundo. María Inés vive en Milán, Mario Alberto y Gustavo en Perú, Gabriel en Gualeguaychú, José Luis (Pepe) en Lobos y Guillermo y Marialba en Lanús.
En la década del ’70, Los Hermanos Abraham era el conjunto de folclore integrado por Gabriel, Guillermo, Mario, Gustavo y José Luis. “Cantábamos la Zamba del grillo -recuerdo Mario Alberto-, un takirari de los Tucu Tucu, Verano de fuego, La palmira, Coplas del valle, El burrito cordobés y también una chacarera que compusimos con Chiche Albanesi llamada Por la vuelta”.
Mario Alberto también integraba “Las Voces del Tuyú Cué” junto a Martín Irazusta, Roberto Roca, Juan C. Roca, y Carlos Gurrieri. Tocaron entre 1969 y 1971. Interpretaban entre otros «Volver en vino» de Horacio Guarany y se presentaron en radio Belgrano. “Después de la formación original -recuerda Mario Alberto Abraham- “Las voces del Tuyú Cué” quedó como trio formado por Alberto Alvarez, el Mono Roca que canta muy bien el bajo y yo”.
Mario Alberto también integró el conjunto de cumbia “Los Caribeños” junto a Carlos y Jorge Tiseyra, Mario Furiasse, Roberto Roca, Pelusa Barbieri y Carlos Olasagaste. Se formaron en 1967 y tocaron hasta 1970. Uno de sus temas preferidos era «El cable submarino».
Una década después los hermanos Mario y Guillermo formaron “Grupo Galaxia” junto a otros músicos de Bs. As. Tocaron entre 1980 y 1982.
“En Lima también nos juntamos para una presentación, María Inés, María Alba, Gustavo y yo -cuenta Mario Alberto-. Hacíamos folklore y sonaba muy bien. Y muchas veces cantamos los siete hermanos en reuniones íntimas. Tenemos un himno familiar que lo cantan todos los que ingresan al clan Abraham” dice Mario, afirmando la tradición musical de la familia.
Mario Leal
Cuando Mario Alberto Abraham emigró de Roque Pérez a Buenos Aires siguió cantando en bares y pub hasta que formó el Duo Gema junto a Gerardo Gansas y las radios de Buenos Aires empezaron a pasar una de sus canciones que prometía “cuando sea presidente, vas a ver que bien que se va a vivir”.
“Se acercaban las elecciones de 1983 y nosotros hacíamos el tema “Marcha política para mí” -recuerda Mario Alberto- y lo grabamos como demo y se pasaba en la radio. Íbamos a grabar nuestro primer disco en la Music Hall”.
Editaron un disco simple y por esos años se presentaron en un club Sarmiento de Roque Pérez colmado de gente, en muchos pubs en Bs. As. y hasta en el programa de tv de Andrés Perciavalle. Sorpresivamente el compañero de Mario viajó a componer y tocar en España y el proyecto quedó en la nada.
Mario Alberto no se rindió y empezó un proyecto solista con el nombre de Mario Leal. En 1982 grabó un disco simple con las canciones «El golpea sobre un bongó» y «Ven a mí, abrázame» y enseguida aceptó la oferta de ir a tocar a Perú por invitación de su amigo y productor musical Jorge Ferrand y eso definió que se radicara con su familia en Lima.
En la capital peruana, Mario cantaba en el Satchmo, un bar muy tradicional en el que se presentaban artistas de renombre. “Venían a tocar Alejandro Lerner, Julia Zenko, Estela Raval” cuenta Mario. En Perú editó dos discos larga duración y también fue actor de telenovelas. Podés leer una entrevista a Mario Leal en https://www.laguiaderoqueperez.com.ar/notas/personas-y-personajes/frente-al-mar/. Hoy se dedica a componer jingles publicitarios mientras prepara un nuevo disco de género melódico.
Los sueños de la música
La música nos inspira y nos llena la cabeza de sueños. Son los que te pueden hacer viajar lejos buscando la vocación o a cantar sobre un escenario de pueblo o de la gran ciudad. Estos sueños y estas emociones han sido motores de la vida de los Abraham.
Y hoy la saga musical de la familia Abraham continúa: Salín, hijo de Paco, en Las Flores es profesor de música y también toca guitarra, trompeta. También Jorge es concertista de guitarra. En Lanús, Zahira, hija de Pepe y también nieta de Chacho compone y canta sus temas. Pueden escucharla en https://www.facebook.com/zahira.rock.
En Roque Pérez, Nicolás Baamonde, hijo de Lía y Roberto y nieto de Chacha, es músico de bandas de rock como Cigota donde tocaba el bajo y actualmente es guitarrista de la banda “Doctores Perros”.
Mochina no se queda atrás y ensaya el “Va, pensiero” de Verdi. Y Mario Alberto confiesa que le gustaría grabar una milonga que hizo Osvaldo Lahargou con Chacho. “A mi pueblo chico”, “no sabes que milonga!! Es una poesía impresionante. Mi sueño es tocar en Roque Pérez, desde siempre” nos contó Mario desde Lima.
Los mayores y los más jóvenes siguen recordando tantas cálidas reuniones musicales. “Siempre en los encuentros familiares -dice Karina- los primos seguimos reuniéndonos alrededor de una guitarra y cantamos y recordamos a los tíos, cómo cantaba Chacho, Chiche y Chacha”.
“Creo que la música -dice Mochina- es un lenguaje universal que une, que nos produce un sentimiento de armonía que nos llena el espíritu. Para mí ha sido una compañera toda la vida y me ha llenado de gozo. Y toda la familia Abraham adoramos la música. Al terminar de comer siempre algún hermano agarraba la guitarra y otro el piano y enseguida empezábamos a cantar. Es un fuerte recuerdo de mi infancia”.
En los genes familiares quizá está como un lejano ruido de agua, el ritmo de los crótalos y los panderos árabes, de Líbano o Damasco. Conocimos esta historia de inmigrantes sirio libaneses en el pueblo de Roque Pérez. De aquel “Turco” tendero que andaba en carro hace más de cien años florecieron violinistas, guitarreros, pianistas y cantantes. Vendiendo telas, amando, juntándose la gente, le fue naciendo una familia grande y musiquera.