Madres verdaderas, miles diferentes madres. No viven en postales. Criando a los hijos se hacen mamis nuestras madres.
Contrariando “madre hay una sola”, ¡cuántas madres! Distintas madres! Madres bondadosas, madres tiernas… ¡Cuántas madres! Pachamama, madre tierra, madre carne.
¡De mi madre nací! Mujer y madre, me hiciste a tu semejanza y por eso te llevaré siempre en mí. Y tengo tus indelebles marcas.
Madres sacrificadas, madres felices, madres que cantan de mañana, madres sobreprotectoras, madres jóvenes y viejas madres. Madres vitales, madres encorvadas…
Madres soñadoras, madres golpeadas, madres múltiples y madres únicas. Madres ausentes, madres madrazas, madres trabajadoras, madres que esperan, madres con padres, madres solteras.
Cómo las que entrevistó Rodolfo Bracceli: madre de María Soledad, madre de Malvinas, madre de Perón, madre de Borges, madre transexual, madre Camila O’Gorman, fusilada. madres en la ESMA, Madre de sí misma…y otras madres.
Madres buenas, locas madres. Madre dando a luz en el desierto, Madres de Plaza de Mayo. Madres de antes, madres de ahora. Madres “más respeto que soy tu madre”. Artistas madres y madre del poeta. John´s Mother.
Madre argentina, difunta Correa. Madre no hay una sola, cada uno con su madre, irremplazable. Madre de Jesús, madre Francisca con su canastita de flores y su hijita, madre esperanza…
Cuántas madres, perdón que insista, es devoción y no es porfía: madre de mi madre, madre de mis hijos, madre mía.
Mamás de Roque Pérez no hay una sola…
Cada mamá es una historia. En el año 2012 dialogamos con cinco mamás de nuestra ciudad buscando representar la diversidad pero siempre el mismo amor.
“Lo que nos puso Dios con Yoni me hizo crecer de golpe” nos contaba Daniela Lucia Yorio , mamá de Jony Marín y Magalí Marín, una luchadora tenaz y orgullosa de los logros de Yoni en la vida y en el deporte y de lo compañeros que son con su hermana. “Cuando nació Yoni, al mes nos mandaron al Garraham y le diagnosticaron toxoplasmosis congénita. Era prácticamente no vidente. Se me vino el mundo abajo, yo lloraba con Yoni a upa. Pero desde entonces lo llevábamos a estimulación siempre, poníamos el colchón en el suelo y jugábamos desde la mañana para estimularlo. El reconocía los juguetes por los ruidos. Viví los dos primeros años para él. Y el evolucionó más que todos los pronósticos que le dieron los médicos. Siento un orgullo… (se le entrecorta la voz), me costó mucho, mucho… A Yoni lo sacó adelante el deporte. Fue a los Juegos Bonaerenses con Raúl Banegas y desde ahí son inseparables. Yo he sido mamá muy recta…pero con mucho amor –se emociona-. He hecho lo que he podido y lo que no he podido. He abandonado a veces mi casa, a mi marido, pero estoy re orgullosa al verlo a Yoni hoy como anda, sus logros y lo más importante, es que es buena persona”.
Mirta Areán de Vizio nos contó lo difícil que fue cuando enviudó. Vivían en el campo con sus hijas Emilse, Claudia y Evangelina, que tenían 7 y 4 años y 8 meses. Se mudó al pueblo y trabajó toda una vida, haciendo costura y 16 años en la fábrica de tejidos en doble turno para criar a sus hijas. “Enviudé a los ocho años de casada -me contó Mirta-. En ese momento no te trabaja la cabeza, solo pensaba en ellas. Dejás de pensar en vos. Y eso duró ¡hasta que estuvieron las tres casadas! Yo quería verlas bien a las tres, le pedía a Dios que me diera salud. Fue terrible. No podía trabajar afuera porque tenía que cuidarlas a ellas. Entonces en invierno tejía y en verano cosía y hacía ropa a medida. Los fines de semana hacía pasta para vender. La preocupación era que no nos vaya a faltar la comida. Pasamos épocas duras”.
“Si no hubiera tenido coraje no las hubiese podido criar –dice Mirta-. Con tres hijas no podés decaer, tenés que seguir para adelante. Por ahí llorás a escondidas, pero delante de ellas, siempre fuerte. A veces tuve que ser dura y decir palabras duras, aunque por dentro me desarmaba. Pero era para el bien de ellas. Ser mamá fue lo más importante para mí. Lo más lindo fue que transcurrió la vida, con salud, que ellas armaron sus hogares y que yo las pude ayudar. Y que ahora puedo disfrutar de los nietos”.
“Yo siempre dije, después de los 30 años quiero ser madre –me contó Belen Brusquini -. Primero proyecté estudiar, luego pude comprar un terreno y hacerme la casa. Y siempre decía, el día que tenga un trabajo fijo que me permita darle todo a mi hijo, encargo un bebé. Decidí hacerlo sola y estoy con mi familia que me apoya. El amor que se siente por un hijo supera todo. Yo soy docente y estoy con chicos pero no me podía poner en el lugar de una madre porque no lo era. Ser mamá fue la manera de realizarme y el amor a un hijo es diferente a todo. La llegada de Tiziana fue muy emocionante”.
Claudia Snack de Peralta me contó sobre sus nueve hijos y que sus tres hijas jovencitas ya le habían dado nietos. Ellas también repetían su historia y la de su madre que tuvo diez hijos. “Yo fui mamá de caprichosa –decía Claudia-, porque mi mamá no quería que yo tuviera novio, y entonces me puse de novia a los 15 años a escondidas de ella. A mis 16 años nació mi primer hijo. Lo más lindo, es tenerlos siempre conmigo. ¡Y me cuesta que se vayan! Cuando se van, para mí es un infierno, me ponía a llorar. Además me da miedo que les pase algo en la calle. Es difícil económicamente porque somos 18 -me contó entonces Claudia-. Pero todos hicieron la escuela. Yo les digo a mis hijas que si yo tuve errores como madre, que ellas no los repitan”.
Silvia Marcela Ruiz Larrinaga “Tato” es la mamá de Laura y de Marcelo. Nos contó como luego de varios tratamientos e ilusiones truncas decidieron la adopción junto a su marido Jorge Armendáriz. “Yo me siento plena, me siento mamá –contaba Tato-. Cuando era joven pensaba que, aunque tuviera hijos, quería adoptar. Eso me marcó para seguir pediatría, siempre me aferraba a los más desamparados. Yo creo que estaba predestinada, por eso que fue una elección muy natural. Se puede ser padres de muchas formas y estuvimos de acuerdo en adoptar chicos grandes, que no es lo más común. En las entrevistas en el Juzgado dijimos que podían ser chicos grandes y hermanos. En general las parejas quieren bebes y los chicos más grandes se eternizan en las maternidades. Adoptamos a Laura de 4 años y se dio la bendición que a los seis meses nos llamaron para adoptar a Marcelo que es su hermano biológico y recién cumplía 3 años. Fue maravilloso. Yo me siento plena, me siento mamá. No creo que tenga diferencia con una mamá biológica, para nada. Amo profundamente a mis hijos y sé que ellos me aman profundamente”.
Gracias a las madres que nos abrieron su puerta y su corazón. Así recordamos a tantas diferentes mamás, siempre el mismo amor.