Tres jóvenes de Roque Pérez intentaron en 1951 quebrar un récord en la plaza Mitre: mantenerse cuatro días y sus noches andando en bicicleta sin parar.
¿Alguna vez vieron la película El amateur? Vando Villamil es “Lopecito”, un obrero de frigorífico que alienta a su amigo “El Pájaro”, interpretado por Mauricio Dayub, a quebrar el récord de pemanencia en bicicleta.
Esa historia sobre dos amigos que quieren lograr algo imposible y para conseguirlo siguen a su corazón salió de la imaginación de Dayub. Pero hace 70 años ese desafío ocurría de verdad en algunos pueblos de nuestro país. En 2009 el recordado deportista Picha Caro me contó que su hermano “Bochada” intentó superar el récord de permanencia en bicicleta en nuestra plaza Mitre. Conocí esa linda historia cuando realicé una nota sobre los momentos más importantes del ciclismo local. Era tanta la información que la prueba de permanencia quedó apenas mencionada. Entonces Picha Caro me contó algunos detalles y Atilio y Carlos Amico me dijeron que sucedió a inicios de la década del 50´. El mismo Bochada me confirmó la historia, pero no le dio mayor importancia. “Noo, -me dijo- la gente va a decir que es mentira”, se disculpó Héctor “Bochada” Caro.
La prueba consistía en andar en bicicleta tantas horas como lo resista el cuerpo. Contra el cansancio y contra el sueño. Sólo estaba permitido detenerse 3 o 4 minutos cada tres horas. En la prueba intervinieron además de Bochada Caro, Salin “Paco” Abraham y José “Pepe” Rocha.
Hoy gracias a la foto enviada por Viviana Rocha, hija de José, sabemos que la prueba se realizó el 3 de febrero de 1951. Además, pudimos dialogar con uno de los protagonistas: el ciclista Paco Abraham, que emigró hace muchos años a Las Flores y sigue destacándose con más de 80 años en sus participaciones en la dura prueba Desafío del Valle de Río Pinto en Córdoba.
“La prueba de permanencia despertó mucho interés -cuenta Paco Abraham-, iba mucha gente a mirar la prueba a la plaza. Se corría por la vereda. Había algunos músicos con sus bombos haciendo ruido, para que no nos durmiéramos y la gente nos llevaba comida”.
Según Paco, el organizador era Higinio Lucaroni. “Una noche de lluvia nos hicieron entrar a girar dentro de la capilla para que no nos mojáramos” recuerda Abraham y confirma la versión de Atilio Amico que asistió como espectador.
En el reglamento de la prueba estaba prevista la asistencia de los médicos. Según distintas fuentes estos médicos fueron los doctores Borrel y Tagliafico. “A José, el gordo Rocha, los médicos lo hicieron abandonar la prueba -recuerda Paco Abraham- porque se le habían ido las pulsaciones a 135”.
Los ciclistas giraban al revés de las agujas del reloj según me contó el Dr. Álvarez Ceballos que asistió como espectador. Podían girar muy despacio. La condición era que no se detuvieran. “Maidana era la persona que nos hacía masajes – recuerda Paco-. Sólo podíamos parar unos pocos minutos por hora y cada 3 o 4 horas nosotros usábamos ese tiempo para bañarnos”.
Pasaban las horas, los días y las noches. Uno a uno los ciclistas fueron abandonando la prueba. “Cuando yo iba por las 54 horas me hicieron detener -cuenta Paco- porque mi madre mandó a mi abuelo para que dejara de correr”.
No se sabe si fue mito, pero algunos contaban que una noche uno de los competidores se durmió y fue a dar contra la columna de la luz en la esquina de Yrigoyen y 9 de julio.
Pasaron tres días y sólo se mantuvo girando Héctor Bochada Caro en una bicicleta de paseo. “Bochada fue el que más aguantó – cuenta Paco Abraham que regresó como espectador después de su abandono forzado-. Corrió con una bicicleta que le prestó el fotógrafo Muset. Era una bicicleta rodado ancho y con cambios”.
“Recuerdo esa prueba en la plaza Mitre – cuenta Atilio Amico- porque yo me había sacado una foto con el Gordo José Rocha y su mujer Carmen Ñata Pacin. En aquel tiempo creo que alguien de nuestra provincia había hecho el récord nacional. Ellos se enteraron y se les ocurrió hacerlo”. “Y para mí -trata de recordar Atilio- que Lalo Rocha lo intentó en otra oportunidad…”
Quizá a esa segunda prueba refiere otra historia del folclore popular. Yo se la escuché en un video casero a Salinas: Participaron en la prueba Lalo Rocha, dos muchachos Moreno, José Gordo Rocha, Picha Caro y Belarde. Dicen que José Rocha encargó a Piruli (era sastre de la policía) que lo cuidara si se dormía. A la noche, cuando José Rocha se durmió, el sastre iba corriendo al lado y se encargaba de hacerlo doblar en las esquinas. Cuenta Salinas, que Piruli lo dejó dormir ¡seis vueltas!
Volviendo a nuestra historia de 1951, consultamos a Perla, hija de Héctor Caro. “Mi papá me contaba que había intentado el récord y que la gente iba a la plaza a ver a un “loco” que daba vueltas en bicicleta -recuerda Perla Caro Dons-. Me contó que tenía que estar mucho tiempo arriba de la bicicleta… y yo mucho no le creía. Yo le preguntaba, ¿pero papá, como hacías para ir al baño? Y él sólo me decía: Perlita, uno es hombre… dándome a entender que no se bajaba. Yo no recuerdo muchos detalles… Sé que papá era muy joven”.
Héctor “Bochada” Caro nació en 1931, cuando realizó la prueba tenía 19 años. Algunos detalles se pierden en la neblina del tiempo y van quedando pocos testigos. Pero me acuerdo lo que me contó el sobre el final de la prueba el gran Picha Caro: A medida que pasaban las horas, y sobre todo la noche, el sueño empezaba a hacer estragos. Algunos vecinos acudían con ollas para hacer ruido y despertar a los ciclistas. Pero los nervios pueden traicionar a los competidores. Sólo continuaba mi hermano… No faltaba mucho tiempo, Bochada Caro llevaba 86 horas sobre la bici y se acercaba al récord. Sólo faltaban tres horas. En uno de los giros, un espectador, alienta emocionado al ciclista. “¡Vamos Bochada! ¡Vamos que queda poco!!” le gritó a su paso. Me contó Picha que en ese momento el cansancio explotó los nervios de su hermano. Bochada sintió como una furia y al llegar a la esquina de Yrigoyen en vez de girar a la izquierda por la Nueve de Julio, cortó derecho rumbo a su casa. Los vecinos lo corrían gritando que volviera, pero lo perdieron de vista.
Picha y algunos allegados fueron hasta la casa familiar pero Bochada no estaba. Finalmente lo hallaron a media cuadra, detrás del paredón del potrero del Gordo Crespo. Héctor Caro estaba acostado y dormía en el terreno donde hoy existe la comisaria de la mujer. «Lo alzamos y lo llevamos a la cama! me contó Picha. Al rato, Bochada estaba profundamente dormido, quizá en su sueño seguía en la plaza Mitre de Roque Pérez, buscando el récord de permanencia en bicicleta.
El 12 de enero de 1951 en la ciudad de Nueve de Julio el ciclista local José Santos Alegre había superado con un poco más de 89 horas el récord argentino de 85 horas que tenía un formoseño. En 1952, Santos obtuvo el sudamericano con 106 horas. Luego fue superado por el boliviano Nino de Guzmán, con 120 horas. El récord mundial fue logrado por el paraguayo Lorenzo Prieto en 1965 con 178 horas. Prieto tuvo gran fama, incluso fue doble en Hollywood. En 1968, en el estadio de Montecarlo, en Mónaco, el paraguayo se mantuvo ¡720 horas sin tocar el piso con los pies! ¡30 días! Ese récord sigue vigente y Prieto fue conocido en su tierra como “el rey del pedal”.
“Noo, van a decir que es mentira”, me dijo Héctor Caro. Estaba sentado sobre una bicicleta antigua y llevaba un calefón debajo del brazo. ¡Parece mentira que pasaron 70 años! La verdad, a mí se me hace más fantasía la hazaña del paraguayo Prieto que aquel intento del Gordo Rocha, Paco Abraham y Bochada Caro. Una verdadera historia local, tan cierta como el último spring de Bochada hasta su cama. Tan cierta, como la historia del final que me contó riendo Picha, pero con admiración por su hermano: Después de la prueba, en casa de los Caro, Bochada dormía, pero sus pies seguían pedaleando. Subían y bajaban, frenéticos, buscando el récord nacional.