El diario El Social se quejaba que por la avaricia de los ingleses no se mejoraba la estación de ferrocarril del Sud. Además entre los anuncios descubrimos un servicio muy particular.
Casi 100 años atrás, la edición del diario El Social del 23 de setiembre de 1926, desde su primera página reclamaba por la falta de comodidades en la estación del ferrocarril Sud.
Cómo podía ser que no hubiera una sala de espera. Las mujeres esperaban el tren en una suerte de «gallinero», se quejaba el editorialista y los hombres cansados de hacer plantón se apoyaban en alguna columna de fierro del viejo y desprovisto «sucucho».
¿El responsable? «esos irrespetuosos ingleses…que acarician los dividendos, sus óptimos resultados» acusaba El Social a los que entonces eran dueños del ferrocarril.
¿Y el pueblo apático que hace? reclamaba el editorial. ¿Por qué no levanta su voz? se preguntaba y reclamaba «la grita» contra esos «mercaderes indecorosos».
Para completar el panorama señalaba que los trenes eran carretas y los pasajeros estaban obligados a viajar entre gallinas y otras bestias.
En las páginas del quincenal había noticias deportivas y sociales entre las que se destacaba el anuncio de una velada teatral en la Sociedad Tornquist a beneficio de la Fundación Billiken.
Entre los avisos hallamos el Hotel Vasco Argentino por entonces propiedad de Echeverría y un anuncio, a una página entera de la tienda Gran Barato Roma promocionando una importante variedad de telas.
Entre otros también el aviso de Panadería La Unión que se hallaba en la esquina de las calles que hoy se llaman Mitre y Beguerie. Aprecien la foto de su dueño Federico Badde y sus hijos pequeños frente a la panadería en un auto Ford T junto a un camión cargado de bolsas de harina. Esta panadería luego fue propiedad de la familia Messina (hoy el local es peluquería).
Nos llamó la atención este aviso publicitario: Balbino Sánchez, relojero diplomado ofrecía composturas pero también daba a conocer un nuevo servicio. La hora oficial argentina (verificada por el Observatorio de Córdoba) se daría al pueblo a las seis de la mañana, doce del mediodía y dieciocho horas gracias a un «ingenioso aparato construido en su taller» con una fuerza que permitía ser oído a 3 km de distancia.
Seguramente Sánchez había construido una bocina o sirena que competía con el canto tempranero de los gallos sólo que era más exacta y permitía ajustar los relojes tres veces al día!
El taller del relojero se hallaba enfrente de la panadería Unión. Otros comercios de la época, Relojería y zapatería Casa Bruno, Tienda Casa Galli, Farmacia de Fernández y Herrería Foffani.
Estas noticias nos llegan gracias al diario El Social que dirigía Juana C. Carril Aguirre. Había comenzado a circular en aquel año 1926 y se denominaba como un «Órgano de la juventud roqueperense, de carácter puramente social, literario e informativo».