El 24 de junio pasado el cantor no trabajó en el corralón de materiales. Era el día del pueblo. Se levantó temprano, despacio para no despertar a su hijo Marino y calentó la garganta. Volvió a modular la voz probando pasajes de una antigua y sentida marcha patriótica de 1813. Hacía varios días la venía ensayando, amasando entre el diafragma y el corazón, fraseándola, volviéndola su canción.
A esto no se podía negar, él lo sabía. Aunque temblara como un papel, pensaba él. Y presentía que le iba a tocar. Cómo cuando estás en la fila para patear el penal. Pero antes de llenarte la boca de gol, tenés que caminar.
A media mañana salió para el municipio, callado y concentrado. Enseguida nomás quedó solito frente al micrófono, el sistema que lo amplifica casi todo, el aire, el temblor, la vibración, las notas más ásperas y las más dulces, la emoción.
Hubo un silencio, unas notas de flautas andinas y el pibe, sin que nadie se diera cuenta, flotó. Enseguida continuó la magia: Andrés Ardiles, abrió la boca y ¡el Himno Nacional Argentino “explotó”!
Saben una cosa, creo que Andrés no entiende todavía bien lo que hizo. A veces los magos, olvidan sus pases y sin querer inventan un nuevo número, una trampa sin espejos. Un truco del corazón.
Lo llamo a Andrés. Tiene un viaje. Lo llamo otra vez, pero lleva a Marino al médico. Pasan los días y el mago no quiere revelar sus secretos. En el coro Cantarte era igual. El más callado y tímido (¿?), era esquivo, pero le sobraba la voz y la seguridad cuando había que cantar.
Oíd Mortales
“¡El himno lo hiciste explotar!” le digo al final, varios días después. Por técnica y por emoción.
“¿Te gustó? ¡Qué bueno! elegí una música arreglada por Lito Vitale -me confiesa Andrés un primer truco-. ¡La primera vez que escuché esa música me emocioné! Me gustó mucho porque usa instrumentos y ritmos folclóricos (como chacarera y milonga), que es lo que más me representa a mí”.
Andrés desde el primer día lo ensayaba en su casa y se emocionaba. “No lo podía terminar de cantar, y pensaba, ojalá esta emoción la pueda transmitir a la gente porque me muestra tal cual soy. Cuando canto trato de meterme en el tema. Y tratándose del Himno no quería que pasara desapercibida la interpretación”.
“Creo que lo logré -dice Andrés-. Terminé emocionado y me quedé delante del micrófono sin poder decir gracias. Lo recuerdo y me vuelvo a emocionar. Después salí afuera y me encontré con Javier Milanessi y Pamela Francello, los abracé y me largué a llorar. Y lo más gratificante fue que esa emoción llegó a mucha gente. Es muy loco eso, poder transmitir el sentimiento”.
Andrés recibió muchísima repercusión en las redes sociales, más de mil reproducciones del video de su mágica interpretación. “Eso es un montón -me dice Andrés-. Me llegaron mensajes muy lindos de mi familia en Chivilcoy, amigos desde La Plata, de amigos artistas como Dúo Argañaraz que hace mucho no los veo y por supuesto mucha gente de Roque Pérez”.
¡Qué lindas modulaciones! -le digo- Además de la voz y la emoción que le pusiste, el arreglo de voz que hiciste quedó muy bonito…
“¡Muchas gracias! -responde Andrés Ardiles- En el afán de hacer algo distinto, traté de dejarme llevar por la música, de ser armonioso con el arreglo de flautas, por ejemplo, y en algunas partes ligué la melodía para que tuviera más intensidad”.
Cómo les decía: Andrés me explica, pero seguro no entiende porque la magia brotó de trucos impensados, una intensidad del corazón. Un sentimiento sin plan.
Me lleva a preguntarle que caminos transitó el Andrés músico y cantante.
Un duende
“Yo empecé tocando el bombo en el grupo de mi papá, explica Andrés. El conjunto se llamaba “Los duendes del folclore” y estaba integrado por Raúl Ardiles y el puntano Julio Gouric.
“Después cumplí 12 años y junto a Lucas López nos empezamos a meter en terrenos más personales en la música y un día me animé a cantar y armamos un dúo”. Aquellos ensayos iniciáticos se amalgamaron después en el grupo “Aprendices” que integraban Nahuel Rebón, Marcos Gorosito, Leonardo Colman, Marcos Redín, Lucas López y Andrés Ardiles.
“Ahí nos dio una mano grande el Negro Carlitos Colman que nos enseñó los arreglos de voces -recuerda agradecido Andrés-. El Negro fue fundamental, tenía un gran talento, un don especial para hacerte dar lo mejor. El Negro nos dio una mano a muchos y se va a extrañar muchísimo en la cultura de nuestro pueblo”.
Aquellos “Aprendices” eran unos adolescentes hechos y derechos, pero ya cantaban como ángeles. Se presentaron en Montevideo, también en Radio Nacional junto a Opus Cuatro. “Conocimos al Mono Banegas y a Horacio Banegas. Y pegamos onda -cuenta Andrés-, tenemos la misma sensibilidad”.
Lumbre
Los adolescentes crecieron y emigraron tras la Universidad, los ambientes de estudiantes, las guitarreadas de Bellas Artes y todo un mundo nuevo se abría para unos en Bs. As. y para otros en la ciudad de las diagonales.
En esa efervescencia musical se armó el grupo Lumbre con Leo Colman, los hermanos Lucas y Seba López, Andrés Ardiles y un bajista del sur patagónico, el Pica Brizuela.
“Ese proyecto creció en La Plata donde hay muchos talentos del folclore -cuenta Andrés-. Hemos estado en guitarreadas con Milena Salamanca (que es una increíble cantante), con Esteban y Emanuel Lazarte, los Ortiz, compositores y músicos increíbles. Ellos formaron Dúo folclore (Chalo Ortiz y Chazarreta). Todos muy linda gente. Dúo Folclore ha venido a tocar a la peña La Chipaquera que hemos organizado en Roque Pérez. Ellos se sumaron a nuestro número de La noche de los Almacenes y fue increíble”.
“Nosotros fuimos aprendiendo a tocar y cantar en el camino -explica Andrés-. Y eso es maravilloso. Lucas y yo somos vecinos, amigos de toda la vida. Eso es muy lindo. Invitamos a Sebastián, el hermano de Lucas para que hiciera percusión para nosotros. Y Sebastián no sabía tocar y no tenía instrumentos de percusión ni batería. Ensayaba golpeando montones de ropa en su casa ¡y se imaginaba el sonido! Y un día se sentó en una batería y nosotros no lo podíamos creer. Leo Colman también aprendió a tocar recién a los 15 años y hoy toca increíble”.
“Lumbre es una hermandad” dice Andrés y se nota la pertenencia. Aunque después tuvo que pegar la vuelta. Alejarse de aquellas diagonales, ensayos y guitarreadas. Dejar la carrera de Educación Física y su empleo en una casa de artículos del hogar. Pero Lumbre sigue, explica Andrés.
“Ahora estamos grabando una chacarera con el bajista del Mono Banegas -cuenta Andrés-. Pero nosotros no vamos detrás del estrellato. Queremos sentir la música” dice Andrés más atento a las vivencias que a los teatros.
Ustedes van más atrás de un sentir que de la popularidad… “Es así -responde Andrés-. Y para músicos vocacionales como nosotros es difícil. Un instrumento cuesta un montón, un juego de cuerdas bueno también. Algunos somos estudiantes o trabajadores que vivimos al día. Y cuando decís que cobras por la presentación te miran raro ¿viste? Creo que se tiene que respetar más el trabajo del artista. Yo tengo una guitarra que me regalaron a los 18 años y nunca pude tener mi propia guitarra. ¡Ni trabajando ni tocando! Así que a veces esa es la razón de hacer una peña, pero muchas veces salimos hechos o poniendo plata”.
Como tantos artistas Andrés tiene el espíritu del amateur. En la música hay algunos sinsabores pero hay también mucho disfrute…
“Sí, yo lo vivo con intensidad y también agradezco a Cultura porque me empujan a seguir. Porque es difícil, yo estoy en Roque Pérez y todos mis compañeros de Lumbre están en La Plata. Hasta nos pasa que tenemos que repasar el repertorio de canciones por teléfono.”
Canciones
“En Lumbre las más lindas canciones son las que componemos nosotros -dice Andrés-, sobre todo de Lucas López, del proyecto Reverdeciendo y de Gustavo Zampelunghe. La chacarera “Reverdecer”, que compuso Lucas, me gusta mucho porque habla sobre las cosas que el hombre tiene que recuperar para vivir en armonía. Esa canción me representa. Vos sabés que le gustó mucho a Milena Salamanca y por muy poco no entró en su disco”.
Cuando Lumbre no se junta igual Andrés canta como en los viejos tiempos junto a su vecino y amigo Lucas López o como solista siempre consigue un músico amigo que lo acompaña. “Los chicos de Simplemente Raíces ¡siempre están al pie del cañón! dice Andrés y menciona “Oración del remanso” de Fandermole, el chamamé “Río rebelde” o las chacareras de Raly Barrionuevo como sus preferidas.
“He tenido influencia de la música santiagueña -reconoce Andrés-, y me gusta la música instrumental, pongo jazz en el YouTube y me quedo escuchando, aunque ni se quiénes son. Sí me gusta Snarky Puppy, un grupo de jazz muy zarpado. Y en folclore soy muy tradicional porque yo no fui muy escuchador musical. En cambio, el Leo, Lucas y Seba ¡son unos enfermos! Ellos ya escucharon todo (se ríe) y yo por ahí no tengo tiempo o tranquilidad para ponerme a escuchar”.
Emoción y sugestión
“La emoción al cantar me ha pasado sobre todo en las guitarreadas. Me encanta sentir el silencio de la gente cuando vos abrís el alma en una canción -dice Andrés Ardiles-. Me ha pasado con una canción que hice sobre La Salamanca. La compuse después de escuchar al Cuervo Pajón. En la canción viajo al monte y me encuentro con el diablo. Y en medio del fuego el diablo me pide que siga tocando”.
Pero Andrés confiesa que su propia canción le asusta, y ya no la canta porque cree que le hizo perder un superclásico a Boca y otra vez lo condujo directo a un choque de auto. Anda sugestionado con sus propios trucos el mago.
Tenes que exorcizar tu canción de La Salamanca… le digo. “¡Sí, creo que le tengo que cambiar el final a la zamba!” dice Andrés y se ríe.
Hay Futuro
“Ojalá en el futuro pueda hacer un disco para tener el registro de mi historia musical, de lo que hice y soñé. No lo quiero colgar en YouTube. Quiero que algún día lo pueda mostrar y recordar lo que hice”.
Pero vos sos muy joven para pensar ahora en “recordar”…
“Sí, tengo 33 años. Musicalmente no me impongo cruzar barreras muy altas -dice Andrés-. Estoy acostumbrado a cantar con mis compañeros, con mi banda. Disfruto cantar, pero vivo la música día a día. Como cuando cantaba reggae con “Vibra positiva”. Y cuando canté tangos junto a Kevin Gouric. Fue muy lindo, pero no seguí porque el tango es un género muy difícil”.
“Ahora cantar el himno me llevó el corazón a mil. Y tuvo mucha repercusión. Pero no voy a ponerme a grabar videos por eso. En cambio, seguro voy a tu casa y canto con todo el compromiso para dejar lo mejor. Mucha gente no entiende que no intente dedicarme a la música. Pero yo vivo el día a día”.
“Mi proyecto es mi familia, mi señora Belén que es veterinaria y mi hijo Marino que tiene 4 años. Hoy quiero disfrutarlos -cuenta Andrés-. A Marino le gusta mucho cuando toco la guitarra y enseguida empieza a tocar el bombo. No sabemos todas las canciones de canticuentos. Cuando toqué en La Noche de los Almacenes, Marino quiso tocar. Así que le pusimos un micrófono sin encender y lo dejamos tocar el bombo”.
“Después de un año y medio que había regresado a Roque Pérez, seguía sin trabajar. Después pude conseguir trabajo. Hoy quiero seguir cantando solista y seguir cantando con Lumbre que es una llamita que queremos mantener encendida”.
Así nos deja la mente y la sensibilidad encendida Andrés Ardiles. Si un día lo oyen cantar, no esperen fuegos artificiales: estén atentos cuando la voz empieza a flotar.
“Vamos a ver que podés armar con todo esto” dice Andrés Ardiles antes de cortar.
Tranquilo, algo vamos a armar -le contesto-. Vos hiciste lo más difícil, Andrés. El doble truco del día del pueblo, hiciste equilibrio con la emoción: Cantaste el Himno y saliste a volar.
Andrés y el Himno Nacional
Interpretación del Himno Nacional Argentino por Andrés Ardiles en el Acto protocolar 108º aniversario de autonomía municipal del Partido de Roque Pérez realizado en el Día del Pueblo, el 24 de junio de 2021. Fragmento de la transmisión del municipio de Roque Pérez.