Una charla con Guillermo Del Barrio llena de recuerdos y también de balance. El ganador de diez coronas de TC Roqueperense rememora desde la época dorada hasta los golpes de la vida, sus campañas en el tractor amarillo y su pensamiento sobre su vida hoy. Más calmo, pero siempre “Loco” por los fierros.
Guillermo nació un 22 de noviembre de 1958, hijo primogénito de Lilia Rivolta y Lalo Del Barrio, después llegarían los hermanos José Luis, Silvina y Carlos Pedro, en un hogar donde se respiraba automovilismo. Lo habrán acompañado desde muy pequeño los sonidos de la radio transmitiendo carreras y pronto los rugidos de las cafeteras que giraban a pocos metros de su casa en el antiguo circuito municipal. Allí correría en 1981 en el Chevrolet de los hermanos Tiseyra que había dejado vacante Pocho Leguizamón.
Ya le decían el Loco. “De chico los amigos me empezaron a decir así porque yo agarraba una bicicleta y hacía travesuras, agarraba un auto y lo rompía todo” reconoce Guillermo.
Debutó a los 22 años en la categoría tuerca de Roque Pérez. Hay una foto que lo muestra aquel día junto a un pequeño Germán Giles. “Sí, esa foto con German fue mi debut, el 3 de mayo del 81. Los dos teníamos el mismo buzo porque mi primer equipo me lo había hecho Nely Severini y ella le hizo uno igual a su sobrino Germán”. Vueltas de la vida, veinte años después, Guillermo y Germán compartirían las butacas del Dodge en el TC Nacional.
En el año ´83 conquistaba el primer campeonato de Tc Roqueperense y luego sería triple campeón ´89, ´90 y ´91. “El campeonato del 83 fue especial – recuerda Guillermo- porque yo recién empezaba y a mitad de año fallece mi papá. Así que eso hizo crecer una presión interna en mí, y terminé ganando en la última carrera en el Orejano, legítimamente, pero con angustia también. El campeonato se dirimía entre Castellani, Cacho Cabrera, Rulo Farías y yo. Castellani era puntero del campeonato. En Roque Pérez Castellini fue segundo, yo gané la carrera y salí por primera vez campeón”.
Entre el 1991 y el 2000 Del Barrio corrió en la categoría mayor del país, la más popular. Reconoce Guillermo que en el TC renegó, perdió plata, pero hizo amigos, se divirtió y vivió su pasión. “Todo eso me pasó, fueron unos años muy lindos -se entusiasma al recordar Del Barrio-. Y lo volvería a hacer de la misma manera. Sobre todo, disfruté el acompañamiento de la gente. Eso es muy importante porque te incentiva mucho y te sentís muy acompañado. Y pudimos escribir un capítulo del TC, porque, aunque no pude ganar una carrera, obtuve algunos buenos resultados y la gente me recuerda mucho. En Roque Pérez había mucho entusiasmo, una movida impresionante y además nos fuimos transformando en referente de la marca Dodge que en esos años había estado relegada. Landa que había peleado un campeonato con Dodge ya había dejado de correr. Y con el Vasco Izaguirre pudimos desarrollar el motor cherokee”.
Hubo muchas carreras especiales. Muchos recordarán que un día en Rafaela el tractor amarillo volaba. En la final cuando alcanzaba el segundo lugar en una trepada electrizante, sube al pianito, se desacomoda en la curva, va directo al guardarraíl y lo atraviesa. Fue un susto grande, pero Guillermo salió ileso.
“Recuerdo varias carreras, en algunas pudiendo llegar bien y en otras rompiendo, pero igual destacables -cuenta Guillermo-. Hubo dos en Buenos Aires destacables. Una que veníamos peleando la punta, se largó a llover y me tocaron faltando pocas vueltas. Estábamos para salir terceros, seguro. Otra muy buena, en el año 1998, que corrí con German Giles de acompañante y salimos 5to o 6to. Llegamos todos juntos, Traverso, Satriano, Marcos y yo, detrás de Luis Di Palma que ganó la carrera. Esa fue una carrera muy linda porque habíamos largado en el puesto 12 y empezamos a ir para adelante y pasar autos. También en Mar de Ajó que llegamos en 4to puesto”.
Le pregunto a Guillermo si le gusta verse o le escapa a la melancolía. Por ejemplo, la serie que ganó en Rafaela está publicada en Youtube. En esa carrera se le va de costado el auto justo al final.
“Sí, me gusta, a veces me avisan que están pasando una carrera vieja y la miro -cuenta Guillermo-. Sí esa serie la recuerdo mucho porque fue la primera que gané, en el 94. Al final agarro un charquito de agua y se me acerca mucho el Flaco Nesprías y termino ganando la serie por pocos metros”.
Luego de nueve años en el TC, Guillermo volvía al Tc Roqueperense a destrozar récords y estadísticas. Sumó seis nuevos campeonatos.
“Sí, gané cinco campeonatos en la Gran turismo y uno en Turismo estándar. En la Gran turismo con el Chevrolet 400 que corrí siempre y en la Turismo estándar con el Opel que era de Carloncho. Esos campeonatos los gané en dupla, uno con Bugui Leguizamón y el otro con Alejandro Porta. ¡No fui nada bobo para elegir compañeros! Esos años fueron bárbaros, yo volví y Carlos Pedro estaba corriendo con el Chevrolet 400, era el año 2000 y yo iba al taller, porque a uno siempre le gustan los fierros. Y un dije ¡compro un Chevrolet y lo armamos! Y así volví a correr en el TC Roqueperense. Finalmente, en 2013 corrí las dos categorías, gané los dos campeonatos y me retiré”.
Fueron 32 años de trayectoria, acelerando, rompiendo, ganando… vida de talleres, vida de laureles… no debe ser fácil dejar de correr. “Y fueron muchos años… -reflexiona Guillermo -. Hace poco se lo contaba a mi hijo: Lo que me cansaba mucho a mí son las esperas, los viajes… a mí me gusta correr, pero todas las horas de espera se te hace muy largo. Yo volví a correr una sola carrera en 2014 como homenaje a Carloncho y también ahí vi que realmente ya no quería correr. Además, yo tenía muchos más compromisos laborales. Al faltarme mi hermano, que era mi mitad, me di cuenta que ya no podía. El automovilismo te exige tiempo. Hoy no alcanza sólo con la experiencia para ganarle a los más jóvenes”.
Guillermo, vos conociste casi todas las épocas del TC roqueperense, los primeros pilotos entre los que estaba tu papá Lalo, las cafeteras de Fito Testa, Repiso y Pocho Leguizamón, tu época de mitad de los ochenta, los años de los Gordini, luego tu regreso a la categoría… ¿Cuál fue la mejor época?
“Sí, yo viví esas primeras épocas a full, tenía 15 años y ya andaba atrás de esas carreras, era la época del circuito municipal que explotaba Atlético. Mi papá era el presidente del club, y después de la federación, y a él y a mi tío les gustaba mucho el automovilismo. Ese momento fue un furor tan grande en el pueblo que con un grupo de amigos vivíamos en los talleres. Yo creo que cuando debuté y en mi primer campeonato (año 83) fue una de las mejores épocas, corría Paco Bustos, el Gaucho Borda, el Flaco Nesprías, Elías Averni, Pablo Salas, Castellani, Burgos, el Rulo Farías, Cacho Cabrera. Con algunos nos volvimos a juntar en el TC. Y cuando volví en el 2000 también fue muy linda época, en el Gran turismo corría mi hermano Carloncho, Sabona de Chivilcoy, Castelli (que había corrido en el TC), Marcos Amico y Pablo Sala. Después empezó a decaer el Gran Turismo y ya después decayó toda la categoría. En 2013 el último año que corrí con Turismo estándar se había puesto de nuevo linda. Cuando yo debuté en 1981 era impresionante, iban 3 a 4 mil personas a las carreras, se corría en Chivilcoy, 25 de Mayo, Saladillo, Las Flores… yo tuve la suerte ese año de correr en los dos circuitos de Roque Pérez, en el de Atlético y en la inauguración del Orejano. Fueron dos circuitos con su historia… y el Orejano fue un proyecto visionario, que sigue vigente con su asfalto, aunque yo considero, y esto no le va a gustar a muchos relacionados al TC, que hay que ir pensando en mudarlo, porque cada vez más va a quedar dentro del pueblo”.
¿Seguís vinculado al automovilismo, aunque ya no corras? “No, prácticamente no, voy a alguna carrera a acompañar a Felipe Martini y a mi sobrino. Y ahora hace unos días que Manu empezó a entrenar con un karting y veremos como viene todo, si hace las cosas bien, si se aplica en la escuela (tenemos un trato) va a seguir corriendo. Ojalá le guste y vaya para adelante.
Tus hijas no conocieron tu primera época del roqueperense… “Claro no habían nacido. Si vivieron todo mi paso por el TC y cuando vuelvo a la categoría en 2003 salgo campeón de Gran turismo con mi hija María José de acompañante. Y Manu apenas se acuerda de mis últimas carreras porque él era bastante chico. Y por eso a veces me pide que vuelva a correr. A Manu le gusta mucho y rememora conmigo viendo alguna carrera o escuchando cuando me entrevistan”.
Vos dijiste sobre Manuel en una entrevista de Clarín, que ojalá le gusten más los terneros que los autos… “y sería mejor” dice y se ríe Guillermo. Reconoce que desde abajo de un auto se sufre más, pero le gustaría apoyarlo. “Pero las cosas hay que hacerlas en serio -aclara Guillermo-, con cariño, porque si no, no tenés futuro. Como todo en la vida. Cuando competís hay que hacer las cosas bien. Si no, no llegás a ningún lado. Yo he corrido con los hijos de algunos pilotos que corrieron conmigo y a ellos les he contado que lo más lindo de esto es poner garra, ir al taller, el equipo… y yo muchas veces, cuando debuté, mi mamá lo puede contar, volvía y me encerraba en el lavadero del fondo a llorar y patalear porque no me salían las cosas. Eso es porque realmente sentís lo que haces”.
Hoy Guillermo Del Barrio está totalmente ocupado en las actividades de la Consignataria que fundaron sus abuelos y cumplió 95 años en el mercado y también en el feedlot El trébol, que creó con Carlos Pedro en 1994.
“Y con la pandemia todavía más, -cuenta Del Barrio- todos los días al pie del cañón. Las reuniones que tenía en Bs. As. hoy las hacemos por zoom y en cambio estoy mucho en el feedlot y más presente en la consignataria. Somos un rubro privilegiado porque hemos trabajado mucho porque producimos algo esencial como la carne”.
“La cría y la hacienda a campo ha tenido este año un boom de precios -cuenta Guillermo sobre el sector ganadero- porque hay mucha demanda (muchos se quisieron “dolarizar” comprando hacienda a 60 y 90 días). Y en el feedlot estamos con precios muy finitos. Porque al valer mucho el ternero, vale más lo que comprás que lo que vendés. Es un momento complicado. Pero nosotros tenemos hacienda propia en campos alquilados donde podemos engordar a campo y después mandar al feedlot. Hay que reinventarse”.
Guillermo, la vida te ha dado muchas satisfacciones, pero algunos golpes duros también… ¿seguís acelerando como lo hacías arriba de los autos o empezaste a vivir la vida desde otro lugar? ¿Qué sentís?
“Hoy mis hijas son madres, tengo cinco nietos y otro en camino, un hijo adolescente. Hay cosas que las pensás más. Yo soy muy emprendedor, pero hoy, cuando veo algunas cosas que se podrían hacer, lo pienso dos veces, porque tengo sesenta años, y evalúo si es indispensable y pienso los dolores de cabeza que me podría traer. Hoy pienso de otra manera… antes le metía y le metía para adelante. También me tocó estar solo, tengo que ser prácticamente la cabeza laboral de dos familias, por mi hermano, mis sobrinos, mi cuñada”.
“¡Qué grande!”, dice el “Loco”, se ríe y reflexiona sobre estos tiempos: “Ahora, la verdad, hay que mantener lo que uno ha hecho y tratar de evolucionar a tono con la realidad porque si no, perdiste. Y aconsejar y acompañar a los que vienen atrás mío”. Guillermo Del Barrio sabe que su capital fue ir rápido en los autódromos y sabe también que se puede cuidar la cuerda y seguir al frente.
Yo te saludo campeón, en esta nueva etapa de La Guía de Roque Pérez, volviste a ser tapa, como en aquella lejana revista en blanco y negro de 1996.